No me he podido resistir a poner esta foto. Lo de “después de la tormenta llega la calma” es una verdad a medias. Al final, después de un tarde de cocinillas, siempre con prisas a ultima hora (da igual el tiempo que me tome: el toro me pilla), de probar puntos de sal, de ver si aquello o lo otro esta ya cocido o asado, viene la calma de sentarse a disfrutar de lo preparado. Pero a la vuelta de la esquina espera la segunda parte de la tempestad. Platos y cacharros que se acumulan en una cocina, la nuestra, sin lavavajillas. E intentas que las cosas estén más o menos recogidas, pero en el envite final, la cosa se desmadra y la cocina acaba cual campo de batalla. Como norma general dejamos la cocina limpia antes de irnos a dormir, cuando se van los invitados. Pero esta vez nos pudo el cansancio (señal de que la cena y posterior charleta fue buena) y amanecimos con esto…Buffff!!!! Ligera resaca, pocas horas de sueño y el Fairy esperando...
La pongo en blanco y negro, que parece que mola mas…:)
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muchas gracias por este homenaje encubierto, aunque se te ha olvidado poner que soy yo la que se encarga de este trabajo tan poco agradecido ;-D.... pero como dices lo hago con gusto porque es sinónimo de una buena cena y una buena compañía ;-D
ResponderEliminarYo también le temo a las fiestas por la noche por lo mismo, al día siguiente la cocina es un desastre.
ResponderEliminarSaludos
Una nueva campaña humanitaria... ninguna casa sin lavavajillas. ¡Es un derecho fundamental!
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