jueves, 8 de julio de 2010

¡¡Cuida la herramienta!!

Me temo que durante unos días mi actividad gourmet se va a reducir drásticamente. No tanto la producción, pues tengo unas cuantas cositas pendientes, pero si la ingestión. Y es que hay que cuidar la herramienta. Diez años largos hacía de mi última visita el dentista. Queridos niños, no lo hagáis. Lo de ir a que te echen un ojo cada año, aunque no te esté molestando nada, es vital. Y yo lo voy a aprender por la vía del dolor físico y monetario!!! Y es que cuando la cosa ya duele, mal vamos. Una primera visita, unas radiografías de los piños y casi más un veredicto que un diagnóstico: culpable.

La cosa es que el listado de cosas a hacerme es importante. Dos muelas del juicio van fuera, que son las que han dado el aviso. Eran las que dolían y han sido las primeras en caer. A ellas se le unirá después de vacaciones una tercera, que tiene más lío porque habrá que hacer un injerto de hueso. Una cuarta muela habrá de ser restaurada: funda, perno y la madre que lo parió. Y prácticamente en el resto empastes a discreción. Se nos va la extra!!! Sin duda, si me hubiera examinado cada año, con unos pequeños retoquitos me habría evitado esto. Pero lo de ir al dentista si no te molesta nada es algo que no se me pasaba por la cabeza. Ahora pasará a ser rutinario anualmente.



Antes del partidazo de España que nos ha metido en la final del Mundial, las dos del juicio fueron extraídas. Monté mi típico show del paciente que se marea cuando ve la inyección. Yo soy así!!! Fue ponerme la anestesia y tener que tumbarme patas arriba, como una cucaracha, pero sin patalear. Parecía un potro de tortura múltiple: yo mareado, en la tele el insoportable “Sálvame” y como colofón, Alejandro Sanz en el hilo musical. ¿Por qué no aprovechaban y me clavaban unas astillas de bambú entre las uñas, para suavizar la cosa? Sin embargo, una vez pasado ese mareo inicial, las dos muelas me las sacaron limpiamente. Cero dolor, cero molestias. Ahora hay ligeras punzadas de vez en cuando pero ni la décima parte del dolor que me producían las muelas enfermas. Qué alivio!!! Y ahí las tengo, en casa, metidas en una bolsita transparente. He estado a punto de poner su foto, pero iba a quedar un poco gore el tema, así que he optado por una imagen más amable.

La moraleja del cuento está clara: cuidad la herramienta. Que con la de cosas ricas para comer que hay, ha de estar siempre lista y preparada para hincarse allá donde haga falta. Una vez al año hace menos daño que una vez cada diez. Doy fe.

3 comentarios:

  1. Yo desde hace años ya tengo la costumbre de asistir todos los años, aunque no me gusta nada y le tengo un miedo atroz, he visto que ir cada año ayuda pero que mucho. saludos y que te vaya bien.

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  2. Te veo un poco abatido con esto de tantas visitas al dentista, pero ya sabes que soy muy optimista así que hay que mirar el lado bueno a las cosas y aprovechar para descubrir nuevas recetas tipo "abuelito", osea gazpacho en sus millones de variedades (de tomate, con sandía, fresas, de melón, etc.), cremas frías varias y por supuesto...HELADOS!!! Si es que no te podías haber quitado las muelas en mejor época que esta!!

    Ves, es el lado positivo del dentista!!

    Muchisimo ánimo!!

    xoxo

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  3. la verdad que es mejor gastarse el dinero en comer que en el dentista (que sincermante te da para ir muchas veces a los mejores restaurantes ufff), así ue sí mejor hacer revisiones anuales para evitar esta "clavada" ;-D

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