jueves, 29 de diciembre de 2011

El Chalet Suizo: Esas fondues...

Como somos de aquella manera, no tenemos suficiente con una comida de empresa. Habitualmente hacemos al menos dos. Esta segunda, más reducida, para los miembros del proyecto actual (edito: rabiosamente actual, mañana ya no será el mío… cosas de no publicar el día después de la celebración aunque esto lo escribí hace unos días).
El lugar elegido gracias a las recomendaciones de Javier fue El Chalet Suizo. Está situado en el complejo del de la Asociación Helvética de Madrid y Colegio Suizo, en la carretera de Burgos Km. 14, ya Alcobendas. Desde luego no está lo que se dice en un sitio de paso habitual. Hay que conocerlo para ir. Bueno es tirar de las indicaciones que da su Web para ir.
Una vez allí, pues como bien reza el nombre, un chalet suizo: maderas por doquier, las banderas de los diferentes Cantones suizos adornando y una carta en la que las especialidades están claras: fondues.
Pedimos para compartir, en plan entrantes, una ensalada de salmón marinado, sin demasiada historia


y un correcto plato de ahumados variados sobre cama de salmorejo. Esa cama prescindible por cantidad y calidad. Los ahumados bastante mejor.


El primer premio del día se lo llevaron las fondues de queso y boletus. Una delicia, con los trocitos de seta flotando en la típica mezcla de quesos de fondue (vamos a ver…ahora sé que es la típica pero no tenia ni idea, no vayamos de enteradillo) que viene siendo gruyère, emmental y appenzeller. Te la sirven con pan cortado en cuadraditos para ir mojando en el caquelon lleno de la mezcla (otro palabro nuevo). El sabor de fondo del boletus da muchos puntos.


Seguimos con fondues de carne, lo que viene siendo fondue bourguignon, tierna, cortada en taquitos, con diferentes salsas para mojar. La carne va en crudo y esta vez el caquelon lleva aceite hirviendo donde freír tus trocitos. Yo, de paso, me freí algún cachejo de pan de la fondue anterior. Ya que estaba…:) Viene con unas patatas fritas que fueron devoradas aprovechando la profusión de salsas. Las cantidades muy correctas, bien dimensionadas para los que estábamos.


Aparte, alguien que no se fiaba mucho de las bondades de la fondue de carne y menos aún de la de queso se pidió un entrecot. Pieza hermosa y por lo visto (que no catado) muy buena.


A los postres cayeron unos fondant de chocolate negro (para mi eso se llama coulant (?)) hermosos,


unos apfelstrudel con helado de vainilla densos y golosísimos


y, como no, una fondue de frutas y chocolate negro. En ésta entré yo. El chocolate no me convenció demasiado, para mi le faltaba un poco de sabor.


También había la posibilidad de que fuera de chocolate blanco (personalmente…puaj!!!!! Chocolate blanco caliente....) y de, válgame Dios, de dulce de leche. Eso tiene que ser una bomba!!!
Bebimos moderadamente unas botellas de nombre irrecordable de Riesling y alguna de un crianza de Ribera de Duero. Ambas cumplieron perfectamente. El precio, con los cafés. Aguas y demás, algo más de 30 euros. Nos gustó bastante y creo que será sitio de repetir, sobre todo por esa fondue de queso.

Y bueno, como sin duda éste será el último post del 2011, desearos a todos una buena entrada en el 2012, año que deseo para todos sea, como poco, un pelín mejor que el previo.


Home burger, nunca sobra una hamburguesa

La urgencia del teatro, que empezaba a las 21:30, nos llevo a buscar un sitio donde cenar rápido. Íbamos a ver “Venecia bajo la Nieve”, que fue entretenida, con Carlos Heredia, Eva Isanta, Marina San José y Pablo Carbonell. Las prisas nos hicieron estar a la espera de que abrieran el "Home Burger Bar" (c / Espíritu Santo 12, Madrid) . Ya habíamos estado y sabíamos que hay que reservar salvo que estés a primerísima hora. De hecho nos dijeron que la mesa teníamos que dejarla en una hora. Ningún problema, la dejaríamos en menos si podemos!!!


Mi ansia de entrantes me pudo y cayeron unos aros de cebolla, rebozados a la cerveza. Que si, que están muy ricos, pero por culpa de ellos nos adelantaron todos los pedido de hamburguesas del resto de mesas. El "tic tac" del reloj nos atormentaba mientras Laura me miraba diciendo “Si es que…el niño de los entrantes!!!!”. Finalmente llegaron las hamburguesas, ambas poco hechas, como las habíamos pedido, y con tiempo de disfrutarlas sin atragantarse…:)
Para Laura una Hickory Burger, con queso cheddar, bacon y cebolla. Para mi, pues como soy yo, la Caprichosa, con queso brie y cebolla caramelizada. Salen las hamburguesas sobre los 12 euros.


No son especialmente baratas pero lo cierto es que están bien. La carne es jugosa y de buen grosor y el pan es más consistente que el habitual de las hamburguesas. Con la digestión en marcha, sin postre, nos toco esprintar un poco para llegar al teatro, pero llegamos…


jueves, 22 de diciembre de 2011

Ribs, no es lo mismo.

Si de costillas hablábamos hace un par de posts, aquí viene otro sitio especializado en las mismas. Sin embargo, por unas cosas u otras, no ha calado ni mucho menos en nosotros como el anterior. La anécdota del “RIBS” no vino muy de jovencitos. Tirando de paga, ya que aún no currábamos, Laura me invitó, con el esfuerzo que suponían esas entonces pesetas, a comer allí. La cuenta serían unas 4.000 de entonces (24 euretes, a que parece menos?). A la hora de pagar…sorpresa!!!! A Laura se le había olvidado (o eso ha mantenido siempre) la pasta… De milagrito juntamos entre los dos esas 4.000 pelillas.
Esta vez no hubo problemas y además íbamos con oferta, un dos por uno en platos de la misma familia. El restaurante elegido es el que está en el centro comercial Plenilunio. Ya que hacía poco que habíamos tomado costillas, optamos por unas fajitas mixtas con sus aliños y unos huevos rancheros, con patatas paja y pisto picante.En general me pareció regulero.


La carne de las fajitas escasa y bastante seca, con muy poco pimiento y cebolla que le hubiera dado un poco más de jugo. Nada que ver con las de nuestro añorado Malpaso, el mexicano que cerraron en la Moraleja. Los aliños, guacamole, pico de gallo, sourcream y lechuga. Algo escasitos también. Los huevos, razonables, aunque el pisto apenas tenía sabor. Eso si, hay que reconocer que la presentación está currada


Vamos, que recordaba con más gracia el restaurante, posiblemente debido a la anécdota. A su favor el refill de refrescos, que para una esponja como yo siempre es agradable. Los precios de los platos, sin ofertas, se ponen en el entorno típico de estos sitios: entrantes sobre los 8, principales hasta los 15 euros.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Vamos de espicha?

Define la Wikipedia como espicha a “una reunión festiva asturiana en la que se bebe sidra. Consiste, o consistía más bien, en juntarse varias personas en un llagar para abrir o "espichar" un tonel de sidra”. La comida de empresa de este año, por cortesía de la compañera Blanca, ha tenido esa temática. En las espichas se comparte comida y bebida, no es en plan plato para cada uno y así lo hicimos. Para la ocasión fuimos a la "Sidrería Fifo", en la calle Francisco Javier Sauquillo, Alcobendas. El local es chiquitillo y entre nuestra celebración (veintipocos) y otra similar estaba el sitio lleno.
Disponen para cada mesa de un escanciador de sidra, esos aparatejos que hacen que no pierdas la mitad de cada botella apuntando con poca fortuna el chorrillo. Se bebió sidra y albariño, pero las cosas no son como antes…Los pedales que alguno se cogía en estos eventos han quedado en nada entre la edad, la lejanía del centro de Madrid y el miedito a los controles y las pérdidas de puntos….Bueno, todo esto y que somos unos tíos responsables y comprometidos…:)


Empezó a desfilar ración por ración, con resultados variados. Algo lenta la cadencia: parecía que estaban un poco sobrepasados por las circunstancias de ambas grandes mesas. Empezamos por una cecina correcta y unos cogollos con anchoas y ventresca, sin más historia.
Tras ellos, tres tortillas, a saber, de cebolla, de pimiento y de chorizo. Muy ricas las tres, especialmente la de chorizo y la de pimientos. De ésta, como de algunas otras raciones, se me escapo la foto.
Tardaron algo en llegar las croquetas de Cabrales, de buen tamaño, cremositas y de sabor no demasiado fuerte (salvo para los que no les gusta nada el queso, que alguna sorpresa hubo).



El bacalao rebozado fue normalito. Llego más o menos a la vez que las patatas Fifo, con salsa de Cabrales. Esas no fallan y llenan, lo que también es importante. Sin foto hubo unos pimientos de Padrón, algo fuera de fechas y unos chorizos a la sidra, fuertes de sabor pero flojos de textura


Los mejillones Fifo eran curiosos. La salsa, una especie de teriyaki dulzona, tenía su punto. Los moluscos bien de tamaño y de cocción.


Las costillas no es que estuvieran mal del todo, pero no puedes ponerles exactamente la misma salsa que a los mejillones en el mismo menú.


Los pajaritos, sin estar al nivel de los de “El corral de la Joaquina” de Pedraza, tenían un pase. Además llevaban gambitas rebozadas, que siempre vienen bien.


Unos espárragos trigueros, pues eso, espárragos.


Pedimos también, aunque no hay pruebas fotográficas, unos entrecotes troceados, para complementar. Lo cierto es que al ser el servicio lento, no acabas de tener nunca la sensación de estar ya saciado, por decirlo de algún modo.
A los postres unas tartas de sidra u orujo y, por desgracia, arroz con leche. Por desgracia porque al verlo (que me encanta) y al ser un asturiano (se les presupone grandes skills en el tema), no pude evitar pedirlo. Muy malo, típica textura de haberse cocido aparte y añadido la leche dulzona después. Ni siquiera estaba en su punto de cocción. Las tartas, normalitas, algo mejores que el arroz pero no para tirar cohetes. Algo industriales.


La cosa se saldó, con los cafetitos, unas cuantas botellas de sidra y vino y demás, sobre los 28 euros (los precios individuales de las raciones están en el enlace que pongo en el nombre). Unas cosas bien, otras no tanto…No hubo opción al chupito invitación de la casa. No sabemos si lo iban a poner o no, pero es que se fue la luz en toda la calle y claro, a oscuras no parecía plan...:) Cuando yo me fui aún seguían así...

lunes, 19 de diciembre de 2011

Clasicazo: Tony Roma's

Cuando hablamos de clásicos, éste debería estar en uno de los puestos de honor. El Tony Roma’s. Para nosotros es el sitio de costillas por excelencia, de los primeros restaurantes en los que celebramos algún cumpleaños, cuando aún éramos unos pipiolillos. Solíamos ir sobre todo al de la calle Génova, no se si fue el primero en abrir, pero era el más asequible en transporte público.
Ahora con coche solemos ir al de la Moraleja Green, con su terracita de verano (cuando solucionen el problema de los mosquitos ahí fuera será la bomba). Es curioso, pero al ser un sitio al que vamos con bastante frecuencia (no menos de una vez cada dos meses), nos hemos dado cuenta de que tanto en éste local como en otros de la franquicia los mismos camareros llevan años currando ahí, cuando la rotación en estos sitios yo pensaba que era alta. Una curiosidad.
Sin duda alguna el rey de la carta es el combo, para dos o cuatro personas, que por unos 20 euros ofrece una bebida, una ración de esos extraños aros de cebolla en forma de torre cuadrada con salsa barbacoa, unos fingers de queso y unos jalapeños rellenos y rebozados con una salsita blanca, desconocida en su elaboración pero decenas de veces devorada, con esos chips crujientes de maíz.



Tras ellos, llega en este caso la bandeja del combo para dos. Un costillar a la bbq y miel, siempre tierno, medio pollo asado, las patatas fritas de rigor y una pequeña ensalada o unos frijoles. Recuerdo aún mi sorpresa al ver la primera vez este pedazo de bandeja. Ahora, más entrenados, nos la jalamos sin pestañear.


La versión para cuatro personas incluye, además de esto, otro costillar extra, unas costillas individuales extragrandes, mazorcas de maíz y un poco más de los fingers y jalapeños. Solemos complementarla con una gran ensalada césar de pollo. Falta foto, porque cuando vamos dos es raro que la pidamos, la cookie con chocolate y helado de vainilla servida en sartén, otro clasicazo. Lo dicho, sobre los 20 euros por persona. Solo les falta incluir la moda del refill de refrescos…Tremendo sería.



martes, 13 de diciembre de 2011

La lombarda y pagar la novatada.

El ser novato se paga casi el 100% de las veces. Cuando nos fuimos a vivir juntos Laura y yo en realidad yo era bastante poco cocinillas. Con ganas, eso si, pero con poca o ninguna experiencia en la mayoría de los campos culinarios. Aun así, a la hora de comprar los utensilios de cocina básicos, había uno al que en teoría le íbamos a dar mucha salida y en el que no nos importó tirar a la gama alta: la olla superrápida. Gracias a unos amigos cogimos una buena WMF a precio razonable, aunque aún así era más cara que otras similares. Que narices!!!! Ahí se iban a cocer grandes cosas!!!! La perspectiva que da el tiempo ha demostrado que poco menos que tiramos el dinero. Apenas le hemos dado uso. Igual la primera utilización me marco un poco, con unas legendarias “lentejas de cimentación” que adornaron una de las primeras entradas de mi primer blog allá por el 2005. Luego resultó que generalmente tengo el tiempo suficiente para hacer las cosas de puchero a fuego lento, sin prisas, y como los resultados son buenos, pues no he experimentado mucho más con las super olla. Realmente, sólo la usamos para una cosa: la lombarda. Y nos encanta.Ahora en invierno se agradece especialmente pero la comemos todo el año, siempre con receta similar.


Lombarda rehogada.

Una lombarda
Tres o cuatro patatas grandes.
Ajo
Aceite
Sal
Pimentón
Y si hubiera o hubiese, piñones y/o pasas.

Yo pico toda la lombarda y la meto en la superrápida con la patata pelada y cortada en ocho trozos. Se cubre de agua con una cucharada de sal y la dejo, desde que pita la olla, 10 minutos. Se escurre bien el resultado. Las patatas cogen un color morado de lo más curioso. Mientras se escurre, se pone a calentar aceite y se saltean en dos o tres dientes de ajo, despacito, que se ablanden y se doren. En ese momento se añade la lombarda y las patatas que te vayas a comer (de una lombarda pequeña sale para cuatro personas, más o menos) y una generosa cucharada de pimentón dulce. Se le añaden al gusto piñones y pasas y se sirve bien caliente. Más fácil no puede ser. Eso si, la olla podría haber sido low cost sin problemas. Lo dicho, pagamos la novatada…:)

lunes, 12 de diciembre de 2011

Festival de Black Angus.

Aunque las quedadas con los amigos de la sierra no necesitan mayor excusa que la de pasarlo bien, esta vez centramos la temática en la comida. Gracias a Carlos y su contacto, conseguimos unos maravillosos T-Bones y unos filetacos de lomo alto de la variedad vacuna Black Angus.


Los T-Bones simplemente se pasaron por la plancha a tope de calor para sellarlos, para luego darles con la raclette grill un golpe de calor ya en la mesa, trozo por trozo, para degustarlos siempre calientes. El lomo directamente se hizo en la mesa. Ambas fueron saladas convenientemente tras estar hechas. Usamos como curiosidad una Sal del Himalaya, aunque sinceramente no le aportaba más que la originalidad. Ambas carnes de grandísima calidad, justificando los 28 euros por kilo pagados (y eso gracias al contacto, claro). Tiernas y jugosas, con una buena proporción de grasa veteando el tema. Ciertamente no es algo para todos los días, pero merece la pena probarlo alguna vez. Salimos a 800 gramos de carne por persona y creo que casi todos habríamos tomado un poco mas.


Vinos, risas, trufas de chocolate, “Clint’s Favourites” y demás historias hicieron de nuevo una gran velada. Sin duda repetiremos experiencia.
Nota: el proveedor de la carne fue Musée Gourmet, por si os interesa. Y no, en la web no viene el Black Angus, pero lo era. Contactos...:)