domingo, 5 de febrero de 2012

Las irreductibles verdinas

En nuestro pasado viaje a La Alberca me deje convencer de las excelencias de las verdinas, esa legumbre chiquitita, tipo alubia, de un verde claro pero llamativo. Me vendió el vendedor (de ahí su nombre) que eran gran delicatessen, que quedan de sabor suave y que estaban de vicio con guisos marineros. Por ejemplo, langostinos o almejas. Me dejé convencer y me lleve medio kilito, para probar. Y con toda la ilusión, una docena de gambones y medio kilo de almejas, me animé a hacer esta receta, basada en esta otra de Directo Al Paladar

Verdinas Eternas con Gambones y Almejas (para 8 personas)
½ Kg de verdinas.
16 gambones
½ Kg de almejas
1 cebolla grande
5 dientes de ajo
4 tomates
Una cucharada de tomillo
Azúcar
Una pizca de pimentón dulce y otra de picante (a mi casi me sobraba, el sabor estaba muy bien sin ellos)
150 ml de vino blanco
Aceite
Sal


Del mismo modo que las verdinas me fueron vendidas por el vendedor, el vino con el que las cociné y con el que tenía pensado acompañarlas fue este albariño, Lolo. Para los gurús del marketing, que siempre están a la caza de las tendencias y estrategias de venta, decir que este vino lo compre por algo digno de estudiarse: nombre y diseño de etiqueta. Fue ver esos perros dibujados sobre fondo azul y ese nombre, Lolo, y fui expresamente a compra dos botellas simplemente porque me hacia gracia. Y es que hacia algún mes me llego una tontuna de esas de Youtube, ahora tristemente desaparecida, en la que un tío le brindaba un hip hop a su perro Lolo, con líneas tan inspiradas como:

“Tengo un perro que se llama Lolo… lólolololo-lólolololo,
Tiene un añito solo… lólolololo-lólolololo
Le gusta chuparse el chirindrolo… lólolololo-lólolololo…”

Al cantarlo es importante marcar bien todas las silabas, los acentos y poner cara de malo. Pues eso, que me pillé un par de botellitas del sin par y flexible Lolo, que resultan estar muy bien, por menos de 6 euros cada una.


Bueno, chorradas aparte, inicie la receta, como mandan los cánones, el día anterior, poniendo las verdinas en remojo toda la noche.
A la mañana siguiente, lo primero es hacer el caldo. Para ello pela los gambones, que reservas aparte y pon cáscaras y cabezas en una olla, junto con dos tomates picados, la cebolla igualmente picada, 3 dientes de ajo pelados y machacados, un chorro de aceite y una pizca de sal. Añade como litro y medio de agua y pon a hervir, como media hora. Tras ese tiempo pasa por la batidora todo el mejunje y cuélalo. Quedará una sopa/caldo de lo más apañao. Ya estaba rico por si solo!!
En la cacerola en la que vayas a hacer el guiso por un poco de aceite de oliva a calentar y añade las almejas. Riega con el vino blanco y cuando empiecen a abrirse las almejas, añade picados los dos dientes de ajo que faltan. No las dejes mucho rato. En cuanto estén abiertas retíralas y en ese juguillo que habrá quedado con el ajo y el vino añade picados los dos tomates que faltan, junto con un poco de azúcar y un poco de tomillo. Deja que se rehogue 5 minutillos y añade entonces las verdinas y el caldo. Que tiene que cubrir de sobra las verdinas. Y dejar a fuego medio. La receta original decía que más o menos hora y cuarto más tarde esas verdinas estarían tiernas, listas para comer. En ese momento se añadirían los gambones y las almejas, se dejaría 10 minutillos más y a gozar.
El porqué del título de la entrada es que empecé la receta a eso de las 10:30 y a eso de las 11:30 ya estaban las verdinas cociendo. La teoría decía que sobre las 13:00, más o menos, estaría la cosa. A esa hora, al menear con la cuchara, sonaban como piedras al chocar con ella… Bueno, lo dejaría un poco más y ya estaría. A las 14:00 la cosa seguía prácticamente igual. Bueno, estaba viendo a Nadal jugando la final del Open de Australia, así que estaba entretenido, aunque ya entraba hambre. A las 15:00 seguía jugando Nadal, en el que ha sido el partido mas largo de una final de Grand Slam de todos los tiempos. Nadal aguantaba como podía. Las verdinas, sin embargo, seguían tan fuertes como hacia dos horas. Tuve que empezar a añadir agua, ya que aquello se secaba, en un momento determinado la concentración del caldo era tal, que me entro miedo de lo salado que estaba y añadí unas patatas para que la absorbieran (por cierto, quedaron riquísimas). Añadí agua varias veces porque el caldo casi desaparecía…Yo que sé…fácil dos litros más…Y aquello seguía duro. La envidia de la viagra.


A las 17:30 horas, nada menos que 6 horas después de empezar a cocer, decidí rendirme. Aquello estaba comestible, aunque las hijaputas de las verdinas, culmen de la suavidad y la mantecosidad, aun estaban enteras. Añadí los gambones y las almejas y apague el fuego…Vamos a ver, el sabor era muy bueno, algo fuerte (vamos, pues anda que no estaba concentrado tras todo ese hervor). Lo que debió fallar fueron las legumbres. Estaban pasadas, eran las de adorno de la tienda? No lo sé, solo se que 6 horas mas tarde, con Nadal ya rendido después de darlo todo, ahí seguían, aguantando…. Si alguien conoce que pudo pasar, que avise. Eso si, solucionado ese tema, el resto está para chuparse los dedos.

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