lunes, 12 de marzo de 2012

Ad Libitum: a tu aire...

Como el fin de semana pintaba con buen tiempo (menuda noticia en este invierno seco) Laura aprovechó y me organizó una excursión para el sábado. Alimenticia, cómo no…:) Nos fuimos a ver algunos pueblecitos de lo que llaman la Sierra Pobre de Madrid. No sé si será pobre o no, pero desde luego tiene bonitos paisajes, bonitos pueblos y bonitos restaurantes. El que nos ocupa está en La Hiruela, a unos 100 km de Madrid. El pueblo es muy chiquitito. Tanto que tienen la sana costumbre de tener un parking a la entrada del pueblo para evitar que los coches de los visitantes lo inunden. De él salen unas cuantas rutas a pie, recomendables si no eres un poco vago como nosotros…:)


Tras disfrutar de un par de cervezas (tengo que hacerme ver lo mio con las Mahous...) y unas aceitunillas al solete, entramos al restaurante elegido, Ad Libitum. El nombre viene a decir “A tu gusto a tu aire, en libertad...”.


El sitio tiene bastante encanto. Una mezcla de moderno y rural, con dos pequeños comedores, al menos el de abajo, el nuestro, con chimenea.


Disponen de dos menús, el de degustación, con tres medios platos, segundo y postre, por 30 euros y el menú Hiruela, de 24, con primero, segundo y postre. Ambos ofrecen más o menos los mismos platos, pero justo el de degustación no incluía media ración de los canelones de morcilla y manzana, que nos había llamado la atención. Así que cogimos, por una vez, el menú más pequeño. Probamos efectivamente esos canelones, con una morcilla de sabor fuerte, poca presencia de la manzana y ocn una contundente bechamel. Es un plato que llena.


El otro primero no se quedaba atrás. Un guiso de garbanzos con salmón, una especie de sopa de verduras y salmón enriquecida con garbanzos cocidos. La verdad es que estaba muy bien de sabor, aunque sospecho que los garbanzos eran “de bote”. Aunque lo cierto es que a veces no merece la pena cocer las legumbres, dándoles el sabor simplemente haciéndolos hervir un ratito con el resto de ingredientes. Un plato para tener en cuenta en casa.


De segundos fuimos a por las carnes. Un gran y jugoso entrecot



y unas carrilleras al oporto, bien melosas y de generosa ración. Tardaron un poquito entre primeros y segundos y si me descuido me quedo sin vino, ya que poquito a poco casi había bajado la botella entera.


A los postres, ambos correctos, sin mucho ruido, una torrija para Laura (la otra la llevaba yo, figurada) y un arroz con leche para mi.


Con el vino, cocacolas, café e IVA (que feo lo de no incluirlo, sigue ocurriendo), salimos sobre los 35 por persona. Razonable.
A la salida se había ido un poco el sol, y al entrar en el coche, tras el paseíto mínimo desde el restaurante, se notaba el calorcito acumulado, dentro del coche y dentro de mí. Laura pensó que reposar un poco la comida antes de volver a conducir estaría bien. Y transpuesto me quedé…cuarenta minutos después abría los ojos pensando que solo los había cerrado un minuto para relajarme.Siestaca!!!! Laura, que está a todo, se encargo de grabarme roncando. Iba a colgarlo, pero la pinta que tengo en el video es innoble y total, para qué...:)Pues oye, de lujo, se me paso la modorra del vino y a seguir viendo cositas. Recomendable 100%

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