Este fin de
semana pasado disfrutamos de un primaveral, casi veraniego fin de semana en
Toledo. Muy bonito todo pero tendrían que hacerse ver los de las cuestas. Madre
mía, vaya ciudad de toboganes arriba y abajo. Con la excusa del esfuerzo y tal
nos dimos un señor homenaje en la comida del día. Solo lo conocía de alguna
búsqueda en Internet pero nos ha quedado como un sitio de alto nivel y grato
recuerdo. En la calle Locum, cerca de la Catedral, está el restaurante “Locum”
(si, mismo nombre que la calle). Un local en vertical, ya que tienen varias
plantas, chiquititas, en las que se van distribuyendo las mesas.
Optamos por el
menú degustación (40€), que con las cervezas, cocacolas y café salió por 50€
por persona. Un precio muy ajustado para la buenísima velada que pasamos.
Se inicio con un
aperitivo de la casa, un vasito de pan con tomate con cecina de ciervo y
ajoblanco, delicioso, fresco, apetecía con los calores que hacían fuera.
Seguimos con la “galleta
Oreo” de foie, un trampantojo de foie con migas dulces. Cortar, untar en las
tostaditas adecuadas y para adentro. Con una crema de mango.
Tras ello, algo
de pescado, unos taquitos de atún ligeramente salteados. No recuerdo la salsa
que llevaban, pero nos encantó. Que rabia, estos menús largos, malos para la
memoria…:)
Luego un curioso “garbanzos
hecho sopa, sopa hecha garbanzos”. Lástima de foto , ya que te traen el
plato sin caldo y te lo añaden luego. Contiene todo lo que un cocido, pero
deconstruido: el tocino, la patata, carne. La sopa son los garbanzos triturados
con algo de caldo, y los “garbanzos” son sopa gelatinizada en forma de
legumbre. Curioso, pero más importante, muy sabroso.
El pescado fue un
espectacular bacalao con guiso de sus callos, un diez de punto y sabor.
Nada despreciable
el “pollo en pepitoria”, desmigado y transformado en un rulo, con sus salsas.
Difícil terminárselo, los platos son abundantes para un menú degustación.
Pero no sobró el
postre….ni prepostre. Antes del postre principal, un vasito con manzana verde
en taquitos con gelatina de eucalipto. Refrescante a más no poder, limpia
papilas y parece que relaja la comilona.
El poste en si
fue una pastel de mazapán, ligero, nada espesote, con una crema de fruta tropical
de punto ácido, para que no fuera empalagoso.
A los cafés, unos
bombones de la casa, unos con pasas y otros con pipas, y unos vasitos de nata con
algo de crema de queso, galletas y sirope de fresa, a modo de mirocheesecake.
Un lujo de menú
en un sitio para descubrirse, todo detalles y un servicio amabilísimo.
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