domingo, 23 de octubre de 2011

De tartales, dulces y experiencias...

Ya he cogido la costumbre de irme apuntando sitios que voy leyendo aquí y allí para cuando me apetece ir a un sitio nuevo tener siempre, o casi siempre, uno en el punto de mira. El que nos ocupa hoy estaba en esa lista. Se trata de “Mamá Framboise”, en la calle Fernando VI, 23, Madrid. Se definen en su web como “la primera boulangerie/pâtisserie francesa de Madrid”. Las fotos del sitio invitan a acercarse a echar como mínimo un vistazo a sus escaparates de bollería y pastelería, pero lo idea era tomarse algo in situ, más aún tras ver su carta, tambien disponible en su web. Desconozco si admiten reservas. Nosotros fuimos a la aventura y ciertamente estaba complicado lo de conseguir asiento. Previsoramente mientras yo aparcaba Laura se puso a la caza de mesa y consiguió una para dos personas justo en la entrada. Bien porque teníamos mesa, mal por la situación. La fila de gente a la espera de mesa la teníamos continuamente delante. Un poco rollo estar merendando mientras ves culos parados a la altura de la cara. Quizás la espera fuera del local sería más indicada. Ya con esto empezamos con lo de las "experiencias" en un local. Lo de que por muy buenas que estén las cosas lo que ocurre alrededor, como te sientes y te hacen sentir tiene al menos el mismo valor. A la hora de pedir, algunas decepciones. Empezamos por pedir un batido y no les quedan. De ninguno de los tipos. A las 18:00 de un festivo? Un poco raro, siendo como es una bebida muy de merienda. En fin, para Laura zumo de naranja y una tostada de brioche, no muy grande pero realmente rica, bien dorada, tierna por dentro, servida con dos tipos de mermelada.
Yo, sin dudarlo, tras ver la variedad de tartas, veo que hay una degustación de seis vasitos de las mismas, a siete euros. De cabeza!!!! Pues no: la camarera me informa de que no tienen vasitos “ahora”. Le pregunto que si eso significa que los tendrán “luego” y se va a preguntar. Al rato, mas bien largo para una pregunta tan corta, me responde que no los han tenido en todo el día ni los tendrán…Vaya, ni batidos ni la degustación, que con seguridad debe ser de lo mas pedido. A todo esto, una sensación continua de prisas de los camareros, poco sonrientes, muy secos, a los que era difícil preguntarles porque a la primera respuesta ya se giraban para atender en otra parte… Por eso se me ocurrió preguntar a una de las dos chicas que parecen las dueñas del local. Nada que ver: muy amables, sonrientes, atentas a todo el mundo dentro de que efectivamente parecía que la cosa estaba un poco desbordada. Me dice que claro que ha habido y habrá vasitos, pero que no hay en ese momento y que saldrán en veinte minutos. Lo cierto es que entre que pregunté a los camareros y finalmente se aclaró la cosa, Laura ya casi había terminado su delicioso brioche y yo ya había salivado demasiado como para esperar ni un minuto más, así que me decidí por una de las tartaletas, de frambuesa y pistacho. Un acierto, delicada de sabor, sin excesos de dulzura, ni grande ni pequeña. La verdad es que todas tenían una buenísima pinta y tuve que controlarme para no pedirme una segunda.
Al marcharnos pregunté si estaban ya disponibles los vasitos, mas que nada por echarles un ojo para futuras visitas y ya los tenían. No tenían mala pinta, pero parece que no puedes elegir concretamente los que quieres, sino que son degustaciones ya definidas (o así me indico la primera camarera, así que fíate…).Te los preparan muy monos para llevar si así lo quieres. Como veis, me encanto lo que probamos pero no acabe de salir de allí contento. Insisto: lo de siempre, sólo ha sido la experiencia de una única visita, y teniendo en cuenta que la base, el producto, merece la pena, habrá que intentarlo de nuevo.

1 comentario:

  1. UMMMM y yo que todavía no he desayunado esa tostadita me está llamando...que buena pinta!! Tendremos que ir a probrarla. Mamen .Bs

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