miércoles, 2 de noviembre de 2011

Entripada en La Sierra de Francia.

Ya me da miedo decir eso de “último fin de semana de buen tiempo”. Parece que No acaba de llegar la temporada de frío y lluvias. Aprovechándolo, este fin de semana nos hemos dado una vuelta por La Alberca, en la zona de la Sierra de Francia, en Salamanca. Un pueblo francamente precioso, merece la pena la visita. Las calles de estilo medieval están hasta arriba de tiendas de ibéricos, legumbres, etc…Tanto y tan bien tratan al ibérico, que le tienen hecho un monumento (el cochino es el de la derecha, por cierto)
No en vano estamos hablando de la zona donde esta Guijuelo. Eso si, alguna conversación/encontronazo con comerciantes de la zona nos lleva a lo de siempre: hasta qué punto se puede exprimir al turista? Porque llegas allí y todo tiene buena pinta, pero generalmente desconozco mucho los precios “normales” en los que se mueven los productos que allí se ofertan. Uno piensa que , estando en la zona de producción deberían estar a precios competitivos, pero…lo están? Sospecho que no. Aún así no pudimos evitar llevarnos unas cuantas legumbres, algunos embutidos y, cómo no, los típicos dulces de pueblo. Ya os contaré qué salida les damos. Intríngulis comerciales aparte, la Comida, con mayúscula, del viaje, la celebramos en un pueblo cercano a la Alberca e igualmente bonito, Mogarraz. Allí está el restaurante "Mirasierra". Como su nombre indica, las vistas que se disfrutan desde el comedor son excelentes, especialmente en una de las salas. Íbamos más o menos advertidos de que las raciones eran considerables, pero lejos de amedrentarme, pedimos cuatro platos para compartir. Total, un primero y un segundo para cada uno…Lo pagué caro con una entripada que hizo que la jodía noche de una hora más (tocaba cambio horario) se me hiciera más larga todavía. Si es que ni cené!!! Bueno, al tema. Cuatro platos, aunque uno de ellos ya aparecía en la carta como “para compartir”, así que pongamos cuatro y medio…:). Por cierto, a colación con el “clavo al turista”, decir que comí con cerveza pero estuve a punto de pedirme el vino de la casa, muy curioso, de rufete (uva desconocida para mi) y tempranillo, a 15 euros.Se llama "La zorra". Al final, como en un rato tendría que coger el coche, me contenté con cerveza, que me bajaría antes. Pero en el paseíto que dimos para bajar comida y birra, resulta que dimos con un mercadillo organizado en la plaza del pueblo. Y vendían ese vino…a 2,25 euros la botella. Joder con los márgenes!!!!! Ya os digo que me habría cabreado si me tomo el vino en el restaurante y luego veo eso. Pero anécdota clavatoria aparte, la comida si que mereció la pena. De primero un pucherito de garbanzos pedrosillanos con níscalos. Tuvieron a bien ponerlo directamente dividido en un platito cada uno. Platito muy correcto de cantidad. El guiso muy bueno, nada pesado pero sabroso. Los níscalos, por tal y como se está dando el año, los supongo de bote, pero aún así el conjunto estaba muy logrado.
El segundo fue un plato típico, el limón serrano. Es el que ponía ”para compartir”. Joder que si era para compartir. Una especie de guiso con base de vino que incluía huevos fritos (me pareció contar 4 antes de que los rompieran para servir), rodajas de chorizo, ajo, pimentón y rodajas de naranja y limón. Si, naranja y limón, en un guiso caliente. Toda una curiosidad. Estaba rico, pero cada vez que pillabas una rodaja de limón…tela!!!
Ya de ahí sales tocado de cantidades…Y aún venían los segundos. Unos poderosos pimientos rellenos de jabalí y boletus con salsa de castañas. Deliciosos. Laura ya flaqueó y yo me zampé tres de cuatro. Aunque ya habían caído además un par de hogacitas de pan y tres cervezas aún me mantenía a nivel.
Para rematar, unas albóndigas de morucha con setas variadas. Tres de cinco para mí. Y mojé pan.
Viendo cómo luego pasó la tarde y noche siguientes, se reafirma la teoría de que, si comes rápido, no da tiempo a enviar al cerebro la señal de “lleno” hasta que realmente no estas “rebosando”. Por ello aún aguantamos a probar dos postres de la casa, la tarta de castañas pilongas al chocolate, una especie de pudding con la castaña triturada por medio, tan rico como denso y un bizcocho tibio de chocolate con mermelada de higo chumbo y helado de leche merengada, otra bomba. Con un chupito de garnacha dulce, para más inri.
La cuenta ascendió a los 47 por persona. Creo que razonable para el nivel y cantidades mostrados. La cuenta no monetaria ascendió a dormir solo un par de horas en toda la noche, siempre boca arriba, con miedo a girar la cabeza y que se me saliera algo…:)

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